El nivel actual de Independiente, de pobre tirando para careciente, se puede chequear sin más que revisar los cambios realizados por Miguel Angel Santoro: lateral izquierdo (Di Gregorio) reemplazado por alguien (Mareque) de más o menos las mismas características. Mediocampista lateral de equilibrio (Pusineri) por volante central (Calello) más defensivo que el excluido. Y, por último -la única variante obligada por lesión-, un zaguero central tirado al costado (Matheu) por un defensor con algo de proyección (Moreira).
Cualquier desprevenido, con sólo comprar el diario o leer de ojito estas páginas, podría preguntar/se: ¿Qué tenía de poderoso ayer el rival del Rey de Copas? ¿Este Huracán es comparable con aquel de César Luis Menotti, que en 1973 juntaba a Brindisi con Babington, a Larrosa con Avallay y al Coco Basile con Fatiga Russo y le sobraba jerarquía por todos lados?
La respuesta debe llegar tan veloz como una ambulancia en emergencia: ni a palos. Ni analizándolo de espaldas, mire. Este es un Huracán con atacantes que disparan balas de fogueo, como lo demostró Nieto con un cabezazo medio-gol que manoteó Assmann y como lo ratificó De Federico a los 40 segundos del complemento, cuando le erró al arco con Assmann gateando por el área. Este es un Huracán integrado por jugadores en la media cancha (Alan Sánchez, Barrientos y Poggi) que son bastante más picantes que los de arriba. Este es un Huracán, en síntesis, que siempre están tan cerca de ganar como de perder.
La actitud de Independiente pareció estar más emparentada con el miedo que con la precaución. Esto seguramente será desmentido por los protagonistas en las próximas horas, con más/menos caras de enojo. Lo que no se podrá negar, salvo que se falte a la verdad descaradamente, es que Independiente se ha quedado sin una gota de fútbol. Este equipo sobrevive seco de juego.
Para que se tenga una idea cabal de lo que fue el duelo en La Paternal, el conjunto que ahora ya no es dirigido por Pedro Troglio jugó mal tres cuartas partes de los minutos y regular el cuarto restante. Así y todo, de estar para perderlo casi lo gana de última, con el cabezazo de Montenegro que rebotó en el travesaño y por el derechazo de Denis que sacó Barovero. Y con una posición adelantada que le cobraron a Gioda (la pelota terminó dentro del arco) tan finita como discutible.
Huracán también tuvo su lapso para juntarse con los tres puntos. Pero se agotó en la etapa inicial más esa oportunidad neta que desperdició De Federico en el amanecer del período final. Pero, el muy buen arranque de Poggi por la izquierda, las trepadas de Lanaro por la derecha, la media distancia de Alan Sánchez, la prepotencia para arrancar y aparecer en el área de Barrientos y los anticipos ofensivos de Nieto (todos esterilizados por la veterana lentitud de Barijho) ubicaron al equipo de Parque de los Patricios geográficamente cerca del arco de enfrente.
Sin embargo, como para salvar algo del piquete futbolístico que Huracán e Independiente sostuvieron durante noventa y poco de minutos, sin negociación posible, sobre el campo de Argentinos Juniors, los dos jóvenes arqueros: Fabián Assmann y Marcelo Barovero. Ambos lucieron demasiado sólidos para ser vencidos por sus débiles verdugos.
Assmann y Barovero, dos arqueros de los buenos para agregar a la lista de Juan Pablo Carrizo, Cristian Lucchetti, Mauricio Caranta y Mariano Andújar. ¿Le parece poco? Peor es nada.
Publicado por Freddy en 23:42
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